martes, octubre 05, 2010

Tecnología y privacidad: asunto de valores

No es algo nuevo.
Las redes sociales digitales simplemente exigen mayor preparación para saber exactamente, que considera cada persona como algo íntimo, algo privado, y cómo mantenerlo con seguridad en esa esfera si se disponen de medios de comunicación y software muy al alcance de la mano.
La mayoría de los usuarios de Facebook no tienen ni la menor idea como configurar la seguridad para tener el control sobre quién y qué pueden ver de la información publicada.
Pero el pavor a ser considerado un freak, anticuado y fuera de moda, puede más que los riesgos que implica abrir una cuenta a lo tarugo y publicar lo primero que se les viene a la cabeza. Y claro, demostar aparte que uno es tan popular, que acepta como amigo al primer indejo que lo solicita.
El valor de la seguridad personal palidece ante la posibilidad de ser menospreciado por no tener Facebook, por ejemplo.
Si a esto le agregamos que no todos tienen el mismo concepto de privacidad, lo que para algunos es cosa de chiste e irrelevante, para otros puede ser un hecho que al menos no tiene por qué hacerse público. Y si hay fotos o videos donde estén implicados los unos y los otros, los laxos no tendrán empacho en colgar en sus cuentas lo que a los reservados los va a poner con los pelos de punta. Y peor, si dicho material hay brutos que ponen a disposición de los amigos de los amigos, o sea, de medio mundo.
Esto de las redes sociales está, por ejemplo, como la pornografía y su acceso por parte de los menores de edad.
Ni todos los firewalls, ni todos los baneos, ni todas las claves del mundo podrán detener a un chavito(a) que se ha empeñado en ver monos y monas en cueros. La clave está en formar a los jóvenes en los valores, en que sepan distinguir y aquilatar lo importante contra lo vano, lo que forja y hace madurar contra lo que en el mejor de los casos hace perder un tiempo valiosísimo.
En lo peronal, creo que el éxito de las redes sociales en los países anglosajones se debe a una desgastada y casi nula relación al interior de las familias. Ya no digamos con los abuelos, primos o tíos.
Los latinos preferimos las relaciones interpersonales, directas: la reunión familiar, con los compadres, con los amigos, con los compañeros de trabajo, con los cuates de la grilla.
Creo que son más valiosas y enriquecen más que las estrictamente tecladovisuales.