martes, mayo 26, 2015

Votar o no votar, esa es la cuestión



Satanizar el abstencionismo y el voto nulo es una desfachatez fenomenal, al menos en México. Quien promueve los anatemas a los ciudadanos que simplemente no quieren ir a votar o que quieren ir pero solo para darse el gusto de tachar una boleta, son los partidos que no gozan del poder. Su lógica tiene origen en una vieja práctica: “el que no va a votar o anula su voto, es porque está molesto con el gobierno. Y si está molesto con el gobierno, a nosotros como oposición, no nos conviene perder esos votos; mejor digámosles que hacer esto los convierte en malos mexicanos y que solo votando por la oposición serán salvados”.
Bueno, esto solía funcionar y ser cierto hasta finales de los noventas, en que el PRI-Gobierno era un bloque monolítico, sólido. En cuanto la oposición de derecha e izquierda comenzó a conquistar cada vez mayores espacios de poder, con ello llegaron las tentaciones propias del oficio. Y ya para el año 2005 dejaron de ser tentaciones y se convirtieron en hábitos de corrupción en todos los partidos. El colmo es que para este 2015, ningún partido ha estado exento de moches, corrupción, complicidad, desfachatez, vanagloria… todo a un nivel estridente, escandaloso. Los otrora garantes de la honestidad terminaron metiendo burdamente el aparato gubernamental a sus campañas de partido (¿recuerdan a Cocoa en 2011?) o inmersos en un burdísimo asunto de moches (¡Échale Montana!) de la misma manera que los baluartes de las causas de los más desprotegidos y pobres acabaron aliados con los criminales (como los Abarca) o haciendo a un lado su histórica e histérica defensa del petróleo mexicano (y votaron a favor la reforma energética).
Sip, tanto el PAN como el PRD terminaron por convertirse en lo peor del PRI-Gobierno que tanto criticaban. Y ahora, como cada elección, resulta que son hermanas de la caridad. Y ya ni mencionar al Partido Verde, que como el PANAL, suelen venderse al mejor postor (algunos ingratos les llaman meretrices de la política).
Y luego porqué los ciudadanos están hasta el copete (sin alusiones personales) del circo partidocrático. Están hartos de que todos acusen a todos de lo mismo que todos practican. Hasta parece trabalenguas. Y por eso ya no votan y si van, es para anular su voto y darse ese gustito.
Al final de cuentas, el día de la jornada electoral los tres grandes partidos echan a andar puntualmente su maquinaria para acarrearse votos. Compran supuestos liderazgos (que a todos les aceptan el billete y terminan embolsándose la lana), surgen desayunos por aquí y por allá para de ahí llevarlos a votar, se hacen de sus secretísimas casas seccionales como base de operaciones (y que todo mundo sabe donde están), coptan menores de edad para que no sean detenidos en el acarreo, preparan sus bingos y claro, arman sus brigadas cazamapaches con sus cuadros mas rudos, dispuestos a romperse la madre con tal que el rival no pueda hacer lo que ellos están haciendo. Una chulada de vicios que todos comparten. Otro arroz en el prietito.
De modo que anular el voto o no ir a votar es un asunto muy personal de cada ciudadano con credencial de elector. Es la única manera que le queda de demostrar su rechazo a los partidos y la forma en que éstos actúan. Digo, Nuevo León o Morelia por ejemplo, tienen la ventaja de contar con candidatos sin partido, lo que les da una ventaja sobre los que no tenemos esa opción.
De manera que nop, no comparto eso de que si no votas o anulas tu voto eres parte del sistema (como si el sistema no fuera precisamente un engendro de la partidocracia). Quizás les aterran los resultados de las encuestas que arrojan que hasta un 68% de los jóvenes que por primera vez tienen credencial de elector están decididos a anular su voto o de plano no piensan votar.
El mensaje es claro. Ningún partido esta a la altura de decirle al ciudadano lo que debe hacer y lo que no y mucho menos descalificarlo. El que quiera votar pos qué bueno y el que no pos también.
Para eso eres un ciudadano libre: para votar, para anular o para no votar.

lunes, mayo 04, 2015

Elecciones Michoacán - Cap. V - El voto útil



Mencionaba anteriormente que en el proceso para elegir gobernador en Colima, el candidato del PAN enfrentaba a un PRI muy unido con un candidato nada malo. Puse algunas cifras de lo cerca que ha estado históricamente el blanquiazul de ganar ese estado y cómo al final, por alguna razón, no se les ha dado el resultado.
A treinta y tres días de la elección, es un hecho que Nacho Peralta y el PRI se llevan nuevamente la gubernatura. La razón es simple: el 5% de intención de voto por Leoncio Morán, expanista postulado por Movimiento Ciudadano. Es un porcentaje pesado como una losa para Jorge Luis Preciado y el PAN en Colima. Es lo que necesitan para darle la vuelta y no lo tienen. Ni lo tendrán.
Lo mismo sucede en Nuevo León. Lo único que puede evitar que Ivonne y el PRI ganen nuevamente la gubernatura es el voto útil. Y si esto sucede el triunfo no sería para el PAN, que con Felipe de Jesús Cantú está en tercer lugar, a diferencia del Bronco que, posicionado como lo está en segundo lugar, capitalizaría en su favor un hipotético voto antipriísta. Y si Cantú está en tercer lugar no es por culpa del PRI ni del Bronco, sino de Fernando Elizondo, un hombre con una trayectoria íntegra, que ya no milita en el PAN y que ahora está postulado por Movimiento Ciudadano, respaldado por un buen número de simpatizantes.
De modo que al menos en estos dos estados, el principal rival de los albiazules han sido ellos mismos. Algo se hizo mal y ahora muchos de sus cuadros participan en otros proyectos políticos. Y les están haciendo falta, aunque no lo quieran reconocer. Como el Bronco al PRI en Nuevo León, precisamente.
En Michoacán por su parte, ronda sin el menor rubor el fantasma del voto útil. Y el del voto diferenciado, como ya lo habíamos también comentado. Una elección a tercios, como arrancó el proceso en el estado, le conviene a la candidata del PAN. Precisamente en Michoacán, la aversión que genera en las militancias perredistas y priístas y en un grupo de ciudadanos sin partido la expone a que opere en su contra fenómeno del voto útil más que a cualquier otro de sus contrincantes. Si no queda claro en la recta final quién es el mejor posicionado para ganarle al albiazul y su candidata, vendrán las confusiones, los manotazos y al final, el caos no redituará ni a uno ni a otro y es donde ella se puede colar.
Sin embargo, siendo la única posibilidad para ella, es poco probable que suceda. Silvano comienza a despuntar (a competirle a ella, dirán los albiazules) y Chon empieza a rezagarse. Entre que si será cierto o no, pero comienza a hacerse realidad el corrillo que señalaba que la negociación ya estaba pactada allá arriba, muy arriba, y que Michoacán era para el PRD y su candidato Silvano. Eso y que de plano, Chon es un candidato anacrónico. Le pone garra pero no le ayuda ni el tono de voz, de plano.
Veremos entonces cómo procesa el PRI estatal la cargada en favor de Aureoles, si no es que ya la conocen. Y sabremos si radiopasillo tenía razón: en Michoacán el gobierno del estado es para el PRD de Silvano con espacios para el PRI; quizá alguna dependencia para los panistas de Madero. El congreso estatal repartido entre el PRI y el PRD; alcaldías para el PRI y una que otra para el PAN de Madero. Diputados federales para el PRI y todos tienen chamba.
¿Y la capital del estado apá?

lunes, abril 06, 2015

Elecciones Michoacán - Cap. IV - Voto diferenciado



El fenómeno ya se había venido presentando en elecciones anteriores en algunos estados y Michoacán no fue la excepción.
En el año 2011 a no pocos llamó la atención que en Morelia el candidato a alcalde del PAN obtuvo cerca de 60 mil votos más que su compañera de partido que aspiraba a la gubernatura. Si el voto hubiese sido lineal por partido, hoy ella estaría por entregar el estado.
Pero el hubiera no existe y el voto diferenciado sí.
Soy de los que creen firmemente que en el proceso de  junio próximo, asentará sus reales como norma general esta manera de votar por parte de los ciudadanos en donde su elección no se basa solamente en el partido sino en otros elementos, como el candidato en sí y el cargo a que aspiran.
Esta aseveración parte de cuatro características que a mi modo de ver, convergen este año electoral en el estado.
Primera. Los michoacanos tendrán por vez primera elecciones concurrentes. Votarán por gobernador, diputados locales y presidentes municipales. Y por diputados federales. Parece tentador entregar toda la canasta a un solo partido. Pero también suena a exceso. Más aun cuando…
Segundo …los partidos políticos enfrentan no solo un desgaste, sino un rechazo generalizado de la sociedad. Hace tres años los diputados eran los apestados en las encuestas. Ni las policías habían caído tan bajo. Hoy lo son los partidos. El PRI tiene su historia, pero el PAN y el PRD se lo han ganado a pulso, cayendo en un mimetismo donde el fondo y forma de cada uno de ellos ya no es ni siquiera distinguible. ¿La chiquillada? Ellos felices, convertidos en feudos familiares unas veces y en meretrices de la conveniencia otras. De ahí que para votar por partido, se la ponen realmente complicada al elector.
Tercero. La división interna en los partidos, que pareciera que olvidaron que la esencia de sus organismos es ganar elecciones, apostando antes por la desaparición del rival interno. La norma es bloquear candidaturas a los compañeros adversarios. Y las que se conceden, que sean para que pierdan. Por eso vemos a priístas y panistas llamando a votar por Silvano y a perredistas llamando a votar por Luisa María de la misma forma que candidatos a alcaldes y a diputados locales y federales, propuestos por el mismo partido, trabajan a favor de otros en la práctica. Muy kafkiano si gustan, pero es una actividad que no sorprende a nadie. Y se va a notar en las boletas.
Cuarto. Los independientes y el abstencionismo; ambos como expresión de hartazgo. La apertura a las candidaturas ciudadanas fue muy cacareada por los partidos, quienes les dieron una mediática bienvenida. Obviamente y ya estando adentro, les han dado de palazos desde la clandestinidad. Son pocos los sobrevivientes. Pero los hay.
Quizás el más destacado es el caso de Alfonso Martínez, aspirante por la vía independiente a la presidencia municipal de la ciudad capital que como quiera que sea, ahí la lleva. Reconozco que antes no le daba muchas posibilidades; hoy le concedo todas. Será un parteaguas.
El abstencionismo por su parte, siempre ha sido alto en el estado. Habrá que sumarle el voto nulo.
Por eso afirmo que este año el voto diferenciado será cosa común en Michoacán y en todo el país. Esto les complica, y mucho, el análisis histórico-electoral a los partidos políticos. Elección tras elección estudian su voto duro y el voto flotante o voto blando por partido.
Ya no será así. Ahora estos datos han de plasmarse en una matriz con los mismos parámetros que venían estudiando, solo que ahora por nivel de competencia y por candidato, desde alcaldías hasta la presidencia de la república.
Y bueno, a lo mejor ni siquiera les alcanzan los tiempos a los partidos para practicar esta nueva metodología probabilística cuando sean rebasados por el éxito de las candidaturas independientes y entonces sí, sean estos últimos quienes tengan que desarrollar tales menesteres.
Total que este escenario es conocido a la perfección por el votante que habrá de ejercer su derecho elegir en junio. Es un ciudadano con perfil joven, informado, para quien la alternancia siempre ha existido y que considera a los partidos políticos un elemento más de la troika en el poder.
Lograr que acuda a las urnas es un logro para los partidos.
El voto es la savia para a partidocracia. No importa que sea diferenciado, mientras dure y antes que los ciudadanos se lleven la fiesta a otra parte.

miércoles, marzo 25, 2015

Elecciones Michoacán - Cap. III - (E)Lecciones desde Colima



En Colima las campañas a gobernador iniciaron el primer fin de semana de marzo. En Michoacán lo harán el primer fin de semana de abril.
En el estado del Rey Colimán el bipartidismo es un hecho; la competencia es dura entre el PRI y el PAN. Nunca ha perdido la titularidad del ejecutivo estatal el primero y el segundo estuvo muy cerca de arrebatarle esa hegemonía en 1997 con Enrique Michel.
Consciente de su entonces ajustado triunfo, Fernando Moreno Peña no perdió piso. Al contrario. Entendió muy bien los tiempos y encabezó un gobierno orientado a resultados. Impulsó la inversión en infraestructura, inició la digitalización de los servicios públicos y consolidó la seguridad en el estado. Gobernó con mano firme, reagrupó el grupo político de la Universidad en torno suyo y evitó minimizar a la oposición.
Al final de su gobierno, el PRI había recuperado varias de las presidencias municipales que ya le había arrebatado el PAN.
Con el tiempo y hasta la fecha, se consolidó en el gobierno del estado el PRI de Moreno Peña y la Universidad.
La alternancia por otra parte, se arraigó en el Congreso estatal y en las alcaldías. Colima, Manzanillo, Villa de Álvarez, Comala y Tecomán han sido gobernados por militantes de uno y otro partido, a quienes esta experiencia les ha permitido construir una carrera y un liderazgo propios en sus respectivos partidos y en la sociedad.
No es pues de extrañar que como consecuencia de esta efervescencia política, el escenario electoral para este 2015 llega acompañado un fenómeno interesante: ya no solo brincan de un cargo público a otro, también de partido. Como que los espacios no alcanzan.
Leoncio Morán fue alcalde de la capital y luego diputado federal, ambos por el PAN. Hoy busca ser gobernador por Movimiento Ciudadano.
Esmeralda Cárdenas fue diputada local y federal por el PAN y ahora busca ser alcaldesa de Colima por el PVEM.
Nabor Ochoa es un verdadero maestro en estas artes. Fue diputado local por el PRI, posteriormente alcalde de Manzanillo y diputado federal por el PAN; regresó como alcalde de Manzanillo, ahora por el PRI, y de ahí pasó a ser diputado federal por el PVEM. Hay que reconocerle que todos los cargos los ha ganado por mayoría.
Estos reacomodos a quien finalmente le restan son al PAN y su candidato a gobernador, Jorge Luis Preciado. Un número significativo de exalcaldes que en su momento rindieron buenas cuentas, ahora participan en otros proyectos políticos, compitiendo y restándole votos al nicho de mercado albiazul.
Y por si fuera poco, el desaseo con el que procesó Madero la definición de su candidato a gobernador alejó aún más las posibilidades de lograr la tan anhelada victoria.
Me explico.
El panismo colimense venía trabajando de tiempo atrás la candidatura al gobierno del estado en la persona del alcalde de Manzanillo, Virgilio Mendoza. Para febrero de este año, prácticamente todas las corrientes habían cerrado filas en torno suyo. Las encuestas lo colocaban en una posición envidiable, como después lo reconocería el propio Jorge Luis Preciado. Sin embargo, el que hubiera apoyado en su momento a Ernesto Cordero para dirigir su partido hizo que Madero asumiera, equivocadamente, que el proyecto de Virgilio era proyecto de los calderonistas. No hubo quien le explicara al jefe nacional que esto no era así y Preciado no lo iba a hacer. Y vino entonces el desplante.
La facultad para designar permite entre otras cosas, asegurar candidaturas afines al proyecto del jefe nacional en turno. En el PAN y en todos los partidos.
Y como Preciado le hablaba al oído a Madero y no Virgilio, pasó lo que tenía que pasar: se designó al primero candidato a gobernador y relegaron al segundo a un premio de consolación -anunciado el jueves 5 de marzo- de una candidatura a diputado local plurinominal. Para el lunes 9 Virgilio les corrió la cortesía anunciando que no, que muchas gracias, que ya estaba inscrito como candidato a diputado federal plurinominal por el Partido Verde. Y de paso anunció que apoyaría a su amigo y candidato del PRI al gobierno del estado, Ignacio Peralta.
El agravio no era para menos.
Por todo esto resulta poco más que probable que el economista del ITAM y Maestro por la Universidad de Essex sea el próximo gobernador de Colima, cobijado por el PRI y el Partido Verde. El hombre es capaz, salió de un proceso interno donde no hubo mayores inconformidades y ahora le abona una oposición dividida.

Numeralia.

En Michoacán, las campañas electorales para presidente municipal son de cuarenta y cinco días y las de gobernador sesenta. Algún ajuste debe hacer el Instituto Electoral de Colima, que estipula noventa días para hacer campaña a gobernador en un estado cuya población total es menor al número de habitantes del municipio de Morelia, solo por mencionar un dato.