miércoles, marzo 11, 2015

Elecciones Michoacán – Cap. I – El mejor municipio del mundo mundial


Hasta la semana pasada era el Administrador del municipio de La Piedad. No equivoqué el término. En cuanto foro se paraba (y en publicidad impresa) indicaba que era el mejor municipio de Michoacán. Como estaban las cosas, no faltó quien socarronamente agregaría que no solo eso, sino que era el mejor municipio del mundo mundial.
Entonces la semana pasada pidió licencia indefinida. Ya lo había hecho antes, por unos días, a fin de dedicarse de lleno al cierre de su precampaña y evitar que le señalaran la utilización de recursos públicos para fines de promoción personal y de partido y de paso, permitirse regresar a la administración municipal con todo y nómina.
Yo defiendo el derecho de quienes ejerciendo un cargo de elección popular, busquen otro. Sin embargo poco les abona no haber dejado un legado, una constancia del trabajo efectuado. Más aun cuando habiendo anunciado con bombo y platillo y como oferta principal de campaña un mega proyecto, éste no se lleva a cabo y dejan el cargo sin siquiera quedarse a cerrar la puerta.
Sí, me refiero a la tan sobada PLAPI.
Prometida como la obra magna de la administración municipal en curso, generó tal expectativa que se habló de esta Plataforma Logística en foros nacionales e internacionales. Se acudió a ferias y exposiciones, se viajó, hubo reuniones, se tomaron la foto y punto. Nada en concreto.
Era de esperarse.
Porque, ¿qué empresario en su sano juicio, si cuenta con cien mil pesos para invertir en un changarro lo va a poner en la colonia conflictiva del poblado, cuando puede rentar un local en la zona comercial del mismo que ofrece mayores garantías y seguridad para su dinerito? Michoacán era, especialmente en 2011, esa colonia conflictiva del poblado llamado República Mexicana. Competir con Guanajuato o Jalisco era una idea, por decir lo menos, locuaz.
Era pues, a sabiendas, una promesa bofa, sin sentido. Pero daba votos.
De ahí el desencanto del ciudadano, por lo que en estas condiciones lanzarse a la aventura de una candidatura a diputación plurinominal dice mucho de las fichas que se traen: pocas. Bonito aporte a su musa estatal.
Y es que en estos tiempos hacer obra y no robar no basta para calificar como un buen gobernante. Hay que tomar decisiones –en la soledad, dijo algún ex alcalde-, rodearse de gente experimentada y capaz y tener grandeza de miras. Pero cuando para realizar cualquier acción de gobierno primero se pide invariablemente el visto bueno del (la) tlatoani o peor aun, cuando las voces que se escuchan proceden de un puñado de chiquillos imberbes que sobresalen por su intrascendencia, entonces la gente sí que se da cuenta. Lo de la grandeza de miras queda como simple retórica propia del discurso de quienes desde la oscuridad, forman una verdadera gavilla de oportunistas, chambistas que se ostentan dignísimos amos y señores de los destinos del municipio.
Ahora viene la realidad. Los grandes partidos enfrentan en general el desencanto ciudadano y el blanquiazul no escapa a este escenario. El aspirante de este partido que ahora busca regir el municipio quiere ganar las elecciones y sabe que estos peques le abonan... al voto de castigo. La única esperanza entonces de la chiquillada que jugó a ser gobierno municipal está depositada en su candidata al gobierno del estado que, de ganar, seguramente les abriría espacio en la nómina estatal. Un diputado federal plurinominal no alcanza a mantener a tantos. Y eso si llega. Que por lo que se ve, no. Ni ella.
Así las cosas, en La Piedad termina una etapa. Ya sabemos quienes se van. Ya veremos quienes llegan. Esperemos que ahora sí, a gobernar y no solo a administrar.

No hay comentarios.: