El ciudadano promedio cuando
ejerce su derecho a sufragar, lo hace pensando en su candidato y punto. A veces
la decisión se toma justo en el momento en que se tiene la boleta enfrente. En cualquier
caso, cuando plasma su voto específicamente por un candidato a presidente
municipal, éste se contabiliza para toda una planilla. Es decir, está votando
por todo un paquete que incluye una dotación completa de alcalde, síndico y un buen
número de regidores de su partido que lo acompañan en fórmula. La legislación
en materia electoral así lo establece, al menos todavía en Michoacán.
En otros estados de la república
puede uno elegir individualmente al alcalde, al síndico y a cada uno de los
regidores. No es el caso de este estado, hoy gobernado por un simpatiquísimo florero.
Con este marco jurídico, los
partidos que internamente cuentan con fuertes competidores en busca de la
alcaldía tienen pocas posibilidades de armar una propuesta integrada por ciudadanos
profesionales, representativos de la comunidad. Antes bien se enfocan en armar
planillas que les permitan ganar la contienda interna, siempre y cuando se
elijan por votación de sus respectivas militancias. Invitar en estas
circunstancias a la planilla a un ciudadano que no pertenezca al partido es
desperdiciar un espacio que el oponente puede aprovechar. Cada vota suma.
Por otra parte, si al final las dirigencias
partidistas deciden que no se van a realizar elecciones, la cosa resulta peor.
Porque en aras de la unidad, se conforma una sola planilla, con la mitad de la gente
de un candidato y la mitad del otro. Y generalmente se reduce a los militantes más
leales, no necesariamente a los más capaces.
Ya ni para que le seguimos con
lo que le espera a un alcalde electo bajo este esquema de planillas de
partidos. No tendrá ascendencia ni siquiera con los regidores de su propio partido.
Y si los regidores de minoría que lo acompañarán en el Ayuntamiento son
resultado de ejercicios similares, el asunto pinta de espanto.
De por sí la función de los
regidores es para muchos desconocida; para otros es una figura que suele
generar rechazo.
Quizás ayudaría un poco si los
sueldos de los regidores –y de los síndicos y de los presidentes municipales-
no representaran tal dispendio. En Morelia por ejemplo, un regidor percibe
alrededor de 43 mil pesos mensuales ya restándole impuestos y aportaciones a su
partido. En Pátzcuaro 38 mil. En Zamora y Zitácuaro unos 34 mil y en Uruapan y
La Piedad unos 24 mil. Ganones en Lázaro Cárdenas, donde el presidente
municipal gana más que el gobernador del estado y los regidores perciben arriba
de los 60 mil pesos mensuales libres de polvo y paja.
Sin duda, existen regidores muy
chambeadores. Conozco a varios y de todos los partidos. Sin embargo, es una
abrumadora mayoría que prefieren nadar de muertito y gozar de su beca
municipal. Una jugosa beca municipal.
Y mientras la legislación en
Michoacán no permita al ciudadano votar a cada uno de los integrantes del
Ayuntamiento que quiere, seguirán llegando a los cabildos verdaderas piedras en
el mejor de los casos, y en el peor, individuos que han comprado –literalmente-
la voluntad del primero candidato y luego electo, presidente municipal.
Incluso, pareciera que al menos
para esta jornada electoral que se avecina, pocos de los candidatos registrados
sin partido aprovecharon todo el potencial que les representaba la libertad de poder
ofrecer un cabildo de muy alto perfil.
Como quiera que sea, en menos de
90 días ya se sabrá quienes regirán los destinos de los municipios michoacanos.
No esta de más ir conociendo quienes integran las propuestas All Inclusive de cada candidato. No vaya
a ser que luego tengan que lidiar con regidores tipo chiquillo mocoso y pedante
o lideresa estridentemente conflictiva.
Así que chéquenle y si ven
piedras en las planillas de sus candidatos preferidos, díganles que no la
tiznen, o que su voto se va para otro lado. No es poca cosa patrocinar una beca
de 3 años.
Total, como el que paga, el que
vota manda.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario